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¿Quiénes conformarían esta organización
sanitaria? Todas las instituciones sanitarias nacionales e internacionales
(otros países) que quisieran adherirse. El modelo en red por lo tanto nace
desde los centros sanitarios y son ellos los que deciden organizarse en una
inmensa malla colaborativa, gestionada por TIC del tipo web 2.0. No se pretende
por lo tanto alterar su funcionamiento sino que convivan desde de una
estructura superior de gestión.
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Los pacientes seguirán acudiendo a sus centros
pero con la diferencia de que todo, absolutamente todo quedará registrado,
anotado a través de las TIC.
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Enormes océanos de información empezarían a ser
gestionados en poco tiempo (9-12 meses). Se sabrían con mucha precisión cosas
tan interesantes como: tipos de consultas, tiempos de espera, resultados de la
medicación, colas difícilmente gestionable, o huecos por cubrir.etc.
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Esta información podría en poco tiempo generar
medidas de restructuración del mapa sanitario de un país o de una zona más
amplia. Por ejemplo se podrían empezar a crear nuevos centros de referencia, tanto
para tratamientos medio-bajos, como para tratamientos importantes. Para estos
últimos de podrían crear estructuras capilares de colaboración. Por ejemplo en
tres zonas aparecen magníficas competencias en cuanto al cáncer y en otras
respecto a enfermedades cardiovasculares. Los ahorros que permitirían una buena
gestión en base a la información harían posible el traslado de pacientes de
centros no adecuados a centros de excelencia, todo ello a cargo del sistema
público.
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La enorme repercusión positiva para la
investigación clínica. La panacea de todo investigador, tener a su disposición
millones de expedientes clínicos con lo que poder iniciar trabajos de
investigación de múltiple y diversa naturaleza, tales como efectos no estimados
de medicaciones prolongadas o comparación de solución de enfermedades y
problemas clínicos entre múltiples poblaciones y diferentes mecanismos de
atención
Crear un organización hospitalaria 2.0 no es cuestión e
inversiones millonarias, es cuestión de voluntades políticas, aparcar
personalismos y sobre todo acabar con los compartimentos estancos que muchos
casos han generado las propias autonomías convirtiéndose en islas unas frente a
otras. El breve bosquejo que aquí se hace es un punto de reflexión para iniciar
decididos pasos en la gestión de la información sanitaria, como una forma de
empezar a poner cimientos para preservar y acrecentar nuestro magnífico sistema
de sanidad pública.
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