El 16
de mayo de 2015 en la sección de Opinión del País había un artículo que llamo
mi atención y que me lleva hoy a reflexionar desde mi sofá. El artículo en
cuestión se llama Siervos y Señores de Internet. Y más bien lo que retuvo mi
atención fue el inicio del artículo, el cual copio textualmente:
“El lujo ya está aquí,
solo que no está distribuido muy equitativamente. Tal es, en todo caso, el
provocativo razonamiento propuesto por Hal Varian, el economista jefe de
Google. Recientemente apodado como regla de Varian, sostiene que para predecir
el futuro solo tenemos que ver lo que ya tienen los ricos y asumir que las
clases medias lo tendrán dentro de cinco años, y que la gente pobre, dentro de
diez”.
He de decir que no puedo estar más que de acuerdo con la
proposición de Hal Varian. Desde que el ser humano piso la tierra no ha dejado
de inventar y de innovar. Desde que se invento la rueda, 5.500 años antes de
Cristo, se han sucedido numerosas innovaciones, si bien es cierto muchas de
gran impacto en los siglos XIX, XX, XXI (ferrocarril, teléfono, luz eléctrica, automóvil,
radio, aeroplano, TV, gran ordenador, PC, CD, teléfono móvil, Internet, redes
sociales.Ipad)
Las innovaciones, todas, al principio son privilegio de unos
pocos. Cuando el teléfono apareció por allí en 1857 me imagino que solo unos
privilegiados podían tener ese servicio. Pero luego con el paso de los años ese
servicio se democratizo y cualquier mortal podía tener un teléfono por un
moderado importe al mes. Lo mismo ha sucedido con todas las innovaciones
(lavadora, nevera, TV, móvil.etc). En su aparición eran privilegio de unos
pocos, pero pasados unos años, cada vez menos en relación a la innovación, ese “nuevo
producto” está al alcance de la mayoría de los mortales.
¿Y eso por qué es?. Por una sencilla razón, por las propias
economías de escala de la sociedad industrial y tecnológica. Cuando un
empresario ha invertido un cierto tiempo, y dinero, en una innovación no
pretende que la consuman unos pocos. Su objetivo, al igual que Henry Ford, el
fundador de Ford (quería que todos los americanos disfrutaran de un Ford T, el
coche cuadrado negro, y vaya si lo logro) es que la mayoría de los humanos
tengan la posibilidad de consumir esa innovación. Y se ponen manos a la obra en
el sistema productivo para producir grandes cantidades a bajos costes
unitarios. Tal vez el caso más paradigmático es el de los coches (hoy un coche
de 12.000 € lleva unas innovaciones que un coche 10 veces más caro en 1970 ni
soñaba con incorporar) o el de los televisores. Los primeros televisores con
tecnología 4K curvos de 50 pulgadas aparecieron en el mercado hace unos 5 años por
más de 5.000 €, al alcance de muy pocos. Hoy se pueden adquirir por poco más de
1.000 €. Al alcance de bastantes más, que no necesitan ser ricos para poder
disfrutarlos. Y los precios seguirán bajando.
Así que me reafirmo en la tesis de Hal Varian y es más pienso
que la innovación industrial y la tecnología democratizan las sociedades, hacen
más iguales a ricos y menos ricos. Estos últimos en pocos años tienen al
alcance de su mano lo que hoy solo tienen los ricos.